martes, 4 de marzo de 2025

GORDOFOBIA Neverg Londoño Arias

GORDOFOBIA



                                                                                                              Neverg Londoño Arias 
                                                                                                              EL DIARIO 040325 
Durante mucho tiempo la figura humana de cuerpos regordetes estuvo asociada con la riqueza, el prestigio social y la abundancia en la mesa. Comerciantes, clérigos y gobernantes se percataban de mostrar lo mejor de sus sonrisas y sus gruesas figuras. La barriga de obispo era símbolo de vida plácida en lo frugal y lo espiritual; y la iconografía popular representaba al hombre rico robusto y bonachón y al hombre pobre flaco y desgarbado. La obesidad era gran atractivo e indicativo de fertilidad en la mujer. El arte clásico mostraba ángeles, dioses y personajes bíblicos con cuerpos rollizos y saludables. La persona obesa era afortunada por las reservas de energía aptas para soportar las hambrunas recurrentes de su época. 

La reserva natural de energía se encuentra en la grasa corporal, un acumulado predispuesto a ser utilizado cuando la actividad corporal lo requiera. Si esta reserva se acumula en forma excesiva y es poco su gasto, la salud se deteriora y se pone en riesgo la vida con patologías como apnea, diabetes, osteoartritis, hipertensión, problemas cardiovasculares y cáncer. 

Con la llegada de los nuevos tiempos se presenta una imagen diferente de la obesidad como problema, porque afecta a gran parte de la población: niñas, niños, adolescentes y personas adultas, que se enfrentan a dificultades con su salud debido al exceso de peso.

La obesidad aparece a cualquier edad y tiene su origen en hábitos desordenados de alimentación y sedentarización, factores de herencia, disfunción de la tiroides, la menopausia y el desajuste en los sistemas nervioso, endocrino y metabólico; la ansiedad y la adicción a grasas, harinas, dulces y comida chatarra. En síntesis, un organismo predispuesto frente a una alimentación desordenada y una muy limitada actividad física. 

Cuando nos enseñaron a temerle al cuerpo, a sus reacciones naturales, deseos, deshechos y fluidos; se vendió una imagen particular de belleza física. Se decidió rechazar la gordura, más por estética que por salud; y dar entrada a los miedos: pocrescofobia, obesofobia y en términos más coloquiales gordofobia, “miedo excesivo a engordar”: nuevo rechazo a la imagen corporal personal y la ajena y campo abonado para cirujanos que a veces van contra la estética y vendedores de milagros que anuncian sus panaceas en los medios. 

Pero, solamente conviene darse cuenta que el verdadero milagro se encuentra en cada persona al procurarse una dosis de amor propio, un adecuado equilibrio físico y emocional, y regalarse una alimentación sana. 

(Pfn.Bqa.Sto/040325)

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